Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las familias con niños diagnosticados con cáncer, la Fundación Nuestra Esperanza ha consolidado un proyecto transformador que brinda albergue, alimentación y apoyo integral psicológico, entre otros servicios, a quienes llegan desde diversas regiones del país en busca de tratamiento médico en la ciudad de La Paz. A esta noble causa se ha sumado Laboratorios Bagó de Bolivia, aportando con distintos programas de apoyo cuyo fin es ayudar a los menores a superar la enfermedad.
Mónica Méndez, presidenta de la Fundación Nuestra
Esperanza, destacó que, desde hace 14 años, apoyan a familias afectadas por el
cáncer infantil. En ese contexto, recientemente inauguraron su renovada casa
albergue, ubicada en la zona de Miraflores, en la ciudad de La Paz. Este
espacio tiene como objetivo garantizar que los niños reciban el tratamiento
adecuado de manera continua, evitando que los padres, al no contar con un lugar
donde hospedarse, abandonen el proceso de curación.
Gracias al apoyo de Laboratorios Bagó, la casa albergue
cuenta ahora con 11 habitaciones completamente amobladas. Además de dotar los
espacios con muebles y enseres, la empresa también ha entregado diarios
especialmente diseñados para que los padres registren detalles sobre el
tratamiento, alimentación y reacciones de sus hijos durante el proceso de
recuperación.
“La Fundación Nuestra Esperanza nació hace 14 años para
brindar apoyo a niños con cáncer y sus familias, y desde hace siete años
contamos con una casa albergue para personas que provienen de otros
departamentos. En este tiempo hemos colaborado con cerca de 400 familias. En
Bolivia, el cáncer infantil solo se atiende en cuatro de los nueve
departamentos, por lo que es fundamental que estas familias puedan llegar y
seguir los tratamientos. Si no tienen un lugar donde quedarse o no pueden
costear una estadía, lamentablemente abandonan el tratamiento y los niños no
logran completarlo”, señaló Mónica Méndez.
Por su parte, Linda Ramírez, Jefa de Responsabilidad
Social Empresarial (RSE) de Laboratorios Bagó de Bolivia, destacó la importancia
de un acompañamiento integral y un seguimiento constante para asegurar un
tratamiento efectivo.
“Hemos trabajado junto con la Fundación en la creación de
estos diarios, inspirados en modelos europeos. Nuestro objetivo es que los
padres puedan registrar detalladamente el proceso de tratamiento para evitar
complicaciones futuras y mejorar la calidad de vida de los niños. Además,
nuestras campañas de prevención abordan temas cruciales como la nutrición y el
cuidado emocional, que son fundamentales para enfrentar esta enfermedad”,
comentó.
Carlos Mattos, Jefe de Producto de Laboratorios Bagó de
Bolivia, subrayó que la empresa tiene como objetivo principal ofrecer a los
niños la oportunidad de superar esta patología y llevar una vida lo más normal
posible. En ese sentido, el diario permitirá un seguimiento detallado y
ordenado, lo cual es esencial para el éxito del tratamiento.
Ambos destacaron que el compromiso de Laboratorios Bagó
con la salud trasciende las donaciones, ya que la empresa también promueve campañas
de concientización y prevención del cáncer infantil, adoptando un enfoque
integral que incluye educación, alimentación adecuada y apoyo emocional.
Mónica Méndez expresó su agradecimiento hacia las
instituciones y voluntarios que hacen posible esta labor social, pues muchos de
ellos contribuyen con alimentos secos como arroz, azúcar, aceite y fideos, los
cuales son destinados a los padres que llegan a diario con sus hijos o incluso
a familias completas.
“Gracias a alianzas con empresas como Laboratorios Bagó y
al trabajo incansable de nuestros voluntarios, podemos garantizar que estas
familias encuentren un lugar seguro donde concentrarse en la recuperación de
sus hijos, sin preocuparse por el alojamiento, la alimentación ni el apoyo
psicológico”, concluyó Mónica Méndez.
LAS HISTORIAS DE VIDA
La presidenta de la Fundación Nuestra Esperanza compartió
que la entidad comenzó su labor social hace 15 años, con el Dr. Eduardo Aranda,
el único pediatra oncólogo en Bolivia en ese entonces. Al principio, se
brindaba apoyo con medicamentos y exámenes, pero pronto se dieron cuenta de la
importancia de contar con un espacio de albergue para las familias que llegaban
desde el interior del país.
Uno de los casos que relató Mónica Méndez fue el de una
familia proveniente de Cobija, Pando, que se quedó en el albergue durante 11
meses. El viaje hasta La Paz les tomaba cuatro días, y el mismo tiempo para
regresar, ya que lo único que deseaban era que su hijo recibiera el tratamiento
adecuado. Otros casos fueron de familias que permanecieron entre 3 y 20 días, y
luego regresaron para continuar con los tratamientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario